Durante mi infancia, mis progenitores o mis profesores me tenían por un niño (o niña) sensible o tímido/a.

Cuando tengo que competir, o si me observan mientras realizo una tarea, me pongo nervioso/a y hago peor las cosas.

Para mí es prioritario disponer mi vida de manera que no me vea avasallado por situaciones molestas o
agobiantes.

Me suelo percatar de aromas, sabores, sonidos y obras de arte delicados o finos, y los disfruto mucho.

Los cambios en mi vida me afectan mucho.

Me enervo y me siento mal cuando pasan demasiadas cosas a mi alrededor.

Evito ver películas y programas de televisión violentos.

Me esfuerzo mucho para no cometer errores o no olvidarme de las cosas.

Me esfuerzo mucho para no cometer errores o no olvidarme de las cosas.

Me molesta mucho que la gente intente que haga demasiadas cosas a la vez.

Cuando la gente se siente incómoda en un entorno físico, yo suelo saber lo que hay que hacer para que el
lugar resulte más confortable (como cambiar la iluminación o los asientos).

Me agobio cuando tengo mucho que hacer en poco tiempo.

Me sobresalto con facilidad.

Soy meticuloso/a.

El arte o la música me conmueven profundamente.

Me siento incómoda/o con los ruidos fuertes.

Tengo una vida interior rica y compleja.

Me saturo fácilmente con las luces brillantes, los olores fuertes, los tejidos ásperos o con el ruido de sirenas.

Soy especialmente sensible a los efectos de la cafeína.

En días ajetreados siento la necesidad de retirarme, de irme a la cama, de meterme en una habitación en
penumbra o en cualquier otro lugar donde tenga algo de privacidad y donde encuentre alivio ante tanta estimulación.

Suelo ser muy sensible al dolor.

Me afecta el estado de ánimo de los demás.

Soy consciente de los detalles sutiles que se dan a mi alrededor.